Falso publicidad[1]por definición, implica la presentación de afirmaciones inexactas, engañosas o tergiversadas en los materiales promocionales. Este concepto abarca un amplio espectro de tácticas engañosas, como la distorsión de la imagen, la ocultación de cargos y la utilización de rellenos o envases exagerados para crear una ilusión de mayor valor. Las prácticas que inducen a error, como las comparaciones incoherentes, las ilustraciones engañosas y la empleo[2] de falsa coloración o "polvo de ángel", son frecuentes. La publicidad falsa está regulada por varias leyes internacionales, incluida la Ley Lanham de Estados Unidos, y tiene importantes consecuencias jurídicas. Afecta profundamente a los consumidores al influir en sus decisiones de compra y exponerlos potencialmente a riesgos financieros o sanitarios. Aunque las medidas preventivas y las actitudes globales hacia la publicidad engañosa difieren, existe un impulso mundial para normalizar la normativa y salvaguardar a los consumidores.
Publicidad falsa es el acto de publicar, transmitir o difundir públicamente de cualquier otro modo una anuncio que contiene una afirmación o declaración falsa, hecha intencionadamente (o por imprudencia) para promover la venta de propiedades, bienes o servicios. Un anuncio falso puede calificarse de engañoso si el anunciante induce deliberadamente a error al consumidor, en lugar de cometer un error involuntario. Varios gobiernos utilizan normativas para limitar la publicidad falsa.